Electra y Edipo
(La Etapa Fálica)
(La Etapa Fálica)
Según las Teorías y Modelos Freudianos y Jungianos de
Desarrollo Psicosexual, las etapas psicosexuales se
presentan durante la infancia y se manifiestan a través del deseo hacia la
madre (por parte del niño) y la admiración hacia el padre (por parte de la
niña), al mismo tiempo que sienten repulsión y necesidad de eliminar al padre
del mismo sexo.
Estos se manifiestan a través de los conocidos complejos de Edipo y de Electra,
los cuales deben su nombre a personajes de la mitología griega.
Dichos complejos se muestran en forma de deseo y amor
desmedido, y como admiración y envidia hacia el padre de sexo opuesto,
haciéndoles sentir rechazo hacia su mismo sexo ya que los celos se vuelven
dominantes al ver a los dos padres juntos.
Según Sigmund Freud, estas etapas giran alrededor de la idea
de la presencia del pene. Para el varón hay un miedo latente al descubrir que
el objeto de su amor (su madre) no tiene un pene, lo cual le causa la necesidad
de explorar sus genitales ante el temor de “perderlos al igual que ella”.
En el caso de la niña, esta siente culpa al descubrir que
ella no posee uno, y rechaza a la madre por la misma razón, envidiando y
sintiendo admiración por el padre, quien si tiene pene.
Durante esta etapa comienza el interés sexual tanto en niños como en niñas, empezando la
exploración genital y masturbación.
Los problemas y distorsiones del comportamiento adulto,
tales como violencia, masoquismo o autodestrucción, hasta las raíces de la
homosexualidad están altamente ligados a frustraciones en esta etapa.
Tras este marco comienzan los problemas con estos complejos
no resueltos en la etapa adulta, y por consiguiente, con las relaciones de
pareja.
Al crecer, los infantes encuentran cual es la figura paterna
con quien por cultura, por costumbre o por afinidad física, deben identificarse
e imitar sus roles.
Cuando estas etapas psicosexuales (oral, anal, fálica,
latente, genital) no quedaron resueltas, la etapa adulta estará llena de
distorsiones del comportamiento, las cuales suelen presentarse
En el hombre en forma de:
Violencia, soberbia, Terquedad, Egoísmo, Adicción al
trabajo, al placer, al sufrimiento de otros y otros tipos de abuso (físico,
verbal, emocional, psicológico), y suelen aparentar un ego muy desarrollado,
pero una alta inseguridad a la hora de recibir afecto.
En la mujer, suelen aparecer conductas:
Chantajistas, masoquistas, de codependencia, de
manipulación, de culpa, miedos, victimización, ansiedad, inseguridad, celos, y
hasta volverse mártir e hipocondríaca.
Dentro de los opuestos Masculino- Femenino, encontramos
implícitos lo que occidentalmente representa cada una de nuestras figuras
paternas:
Disciplina – Nutrición
Hacer – Estar
Límites – Paciencia
Patrimonio – Matrimonio
Lógica – Sentimiento
Práctica – Estética
Ética – Religión
Razón – Intuición
Sexo – Amor
Todo esto inculcado desde siempre como parte del rol sexual
que desempeñamos y la cultura a la que pertenecemos, donde las relaciones
sentimentales adultas suelen clasificarse como enganches neuróticos, pero depende de nosotros si nuestro enganche es sano o malsano. De esto, y de las
demás etapas psicosexuales se hablará en
próximas entregas, además de las distorsiones donde no vemos la realidad, sino
las altas expectativas que generamos.
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